Esta imagen es tan conocida como difundida por su representación del alumno como sujeto receptor de instrucción. Hoy nos provoca una reacción negativa, rechazamos su concepto y su sentido más profundo.
Del artículo publicado recientemente en La Nación , cuyo contenido se puede leer completo en este link,
tomo el párrafo referido a las habilidades necesarias para el ciudadano del siglo XXI, no porque no sea conocido y sabido, sino porque me parece que es importante recordarlo una y otra vez, para tener presente que esta tendencia es ineludible, y porque creo que como educadores tenemos una gran responsabilidad para que esto se haga realidad en las aulas y en las escuelas.
Aún sabiendo que no todas las condiciones están dadas, y que muchas de ellas no están al alcance del docente, el compromiso es colectivo, de todos los actores de la comunidad escolar, desde el lugar que cada uno ocupa. Lo importante para todos es reconocer que esto es una realidad, y que el siglo en el que se desempeñarán nuestros alumnos más pequeños de hoy ya casi es el siglo XXII. Y si pensamos en la vertiginosidad de los avances, no estamos acompañando desde la escuela los cambios que se producen afuera de ella.
En el texto a continuación habla de dos habilidades (no conocimientos) fundamentales a desarrollar en los jóvenes:
a. la de innovar y de seguir aprendiendo
b. la digital
Por lo tanto la creatividad y la capacidad de formular preguntas capaces de ser respondidas en equipo con otros, y el uso competente de recursos tecnológicos deben ser para nosotros, los educadores, dos focos a la hora de pensar en las actividades con nuestros alumnos.
(el resaltado en el texto es personal)
“Habilidades para el siglo XXI
Para ello considera clave ayudar a los jóvenes a desarrollar tres tipos de habilidades básicas. Las primeras: aquellas relacionadas con la innovación y la capacidad continua de seguir aprendiendo (el pensamiento crítico, el aprendizaje basado en la interrogación y el planteo de hipótesis, la resolución de problemas, la comunicación, el trabajo en equipo y la creatividad). “Aprendemos creando, aplicando, recordando, entendiendo, analizando y evaluando en una secuencia que no sigue el mismo orden cada vez”, señala.
¿Las segundas? El alfabetismo digital para lidiar con un estilo de vida que ya es absolutamente tecnológico e interactivo, veloz y de consumo personalizado. “Una escuela rezagada tecnológicamente no prepara chicos calificados para los empleos del siglo XXI”, afirma.
Para ello, los jóvenes deben contar con habilidades tecnológicas innovadoras como para plantear preguntas y soluciones a problemas acuciantes de la actualidad. No desconectados de ella.
En su libro Habilidades para el siglo 21, cuenta el caso de un proyecto poderoso que alumnos de 6° grado desarrollaron en 2003 para encontrar soluciones al problema acuciante del virus SARS. Un equipo internacional de seis chicos (de Malasia, Singapur, Egipto, EE.UU y mellizos de Holanda) se unieron para crear un atractivo website sobre la enfermedad. Investigaron, entrevistaron a los especialistas más reconocidos del mundo, escribieron los textos, armaron los videos, subieron fotos y animaciones y se ocuparon de la programación de interfaces (navegación, juegos interactivos y pruebas). Los seis alumnos debieron planificar además cómo organizarse para concretar el trabajo ya que manejaban husos horarios diferentes al vivir en diversos continentes. El website resultó de gran impacto, originalidad e interés y ganó un reconocido premio internacional. Hoy sigue vigente y actualizado.
Por último, Fadel menciona las aptitudes de carácter necesarias para el largo plazo: la metacognición (la capacidad de reflexionar sobre el propio trabajo y sus errores con el fin de aprender), la flexibilidad, la adaptación al cambio; la iniciativa, la curiosidad, el liderazgo personal y ético, y la capacidad de trabajar en equipos interdisciplinarios y multiculturales. “Los alumnos que egresarán de aquí a 12 años probablemente trabajarán de manera independiente en proyectos creados en la Argentina, manufacturados en China, ensamblados en Europa y vendidos en cadenas globales de todo el planeta”, especifica. Para que todo esto sea posible cree que hay que balancear la teoría con la práctica. Entender cómo se construye mentalmente el conocimiento relevante y aplicarlo en la realidad. Para que se comprenda lo aprendido, el conocimiento debe ser aplicado ( designed and applied knowledge).
“Hay que salir de las aulas y encontrar auténticos contextos de aprendizaje y aprender creando, diseñando, aplicando e inventando. Buscando soluciones a problemas cercanos a los alumnos. Los jóvenes además deben poder conectarse emocionalmente con lo que están aprendiendo”, señala.
Fadel cuenta el caso de un alumno de 11 años que, a raíz de un accidente automovilístico que sufrió en una esquina de su barrio, decidió junto con un grupo de compañeros diseñar la creación de un semáforo en la intersección de calles (filmaron la circulación de autos durante diferentes momentos del día, y diseñaron la señal de tránsito con los minutos precisos de stop y avance de acuerdo con el tráfico). Presentaron su proyecto al intendente de su jurisdicción, quien aprobó la creación de la luz.
“La creatividad no tiene límites”, agrega el especialista. Y las vías y los estilos de aprendizaje son innumerables. Por eso hace hincapié en personalizar lo más posible las prácticas educativas. Y que estas se enfoquen en el aprendizaje y no en la instrucción.
Su lema reza: “Enseñá menos; aprendé más. Un simple cambio de palabras; una revolución en los conceptos.
Les dejo el acceso a una charla breve de Charles Fadel sobre los cambios del futuro.
Muy interesante la charla que compartiste de Charles Fadel sobre el futuro de la educación y de la necesidad inmediata de cambiar nuestras estrategias de enseñanza para preparar ya a las nuevas generaciones, como también a nuestros actuales alumnos.
Gracias Gabi, por tu valoración y por interesarte por el tema.
Lo importante es tener presente qué necesitarán nuestros alumnos dentro de 10 ó 14 años, cuando salgan al mundo. Aunque algunas necesidades ni las podemos anticipar hoy.